El páncreas exocrino secreta hacia la cavidad abdominal elevadas cantidades por día de un líquido rico en ion bicarbonato (HCO3¯), enzimas digestivas y agua. La secreción se produce en respuesta a la ingesta de alimentos, actuando como efecto domino, dado que primeramente la secreción se induce por el acto de comer, por efectos del ácido gástrico y por el producto de la digestión de los alimentos, en seguida se origina la activación de varias vías hormonales y nerviosas, que por último desencadenan la estimulación del páncreas (Kelley, 1993: 446).
La
secreción exocrina del páncreas se produce de forma semejante a la de las
glándulas salivales. Las células acinares sintetizan el jugo pancreático y este
líquido apenas hipertónico se va modificando a medida que pasa por los
conductos pancreáticos, hasta que se vuelve isotónico al haber una compensación
con el agua y en parte al intercambio del HCO3¯por
el Cl-. El producto combinado de las células acinares y de los
pequeños conductos fluye por los conductos radiculares, que se unen en uno solo
(conducto principal) que desemboca en el duodeno (Segarra, 2006: 91).
ACINOS PANCREATICOS
Los adenómeros tubuloacinosos, comúnmente llamados acinos pancreáticos son la unidad funcional y anatómica del tejido exocrino del páncreas y constituyen más del 90% de todas las células que lo integran. Están formados principalmente por células serosas, su forma es triangular con un núcleo ovoide de localización basal y su citoplasma es basófilo. De acuerdo a su función y morfología en los acinos pancreáticos se diferencian dos tipos de células; las células acinares (cerca del 85%) y las células centroacinares (poco más del 10%) (Welsch, 2008: 403).
Las células acinares tienen forma de
“saco” se agrupan radialmente alrededor de pequeños conductos terminales en los
que secretan sus enzimas. Estos grupos de células contienen una sola capa de 20
o más células acinosas cónicas que
secretan enzimas a través de la superficie apical.
Las células acinosas están altamente especializadas para la síntesis, transporte, almacenamiento y secreción de considerables cantidades de proteínas que son transportadas en forma de enzimas pancreáticas. Para efectuar sus funciones cada célula cuenta con estructuras intracelulares esenciales, entre las que sobresale un prominente retículo endoplasmático con numerosos ribosomas (RER), profusas mitocondrias, un complejo de Golgi muy desarrollado, un núcleo redondo con un notable nucléolo, vesículas de transición y cientos de gránulos de zimógeno con localización apical (Kelley, 1993: 446).
Las proteínas sintetizadas por el retículo endoplasmático rugoso (RER) se dirigen mediante las vesículas de transición al aparato de Golgi donde son procesadas y modificadas por procesos como la glicosilación, posteriormente son destinadas a sitios específicos, tales como los gránulos de zimógeno, vacuolas de condensación u otras estructuras celulares para su almacenamiento (Fauci, Langford & Longo, 2013: 480) y finalmente liberan su contenido desde la membrana apical de las células al interior de los conductos pancreáticos mediante el proceso de exocitosis.
Las
células centroacinares o centroacinosas nacen en el interior de los acinos y conforman
los conductos canaliculares a los que las células serosas depositan sus
secreciones, razón por la cual también se les denominan células ductales o
células canaliculares.
Son
células epiteliales de aspecto irregular o cúbico, están unidas entre sí y a
las células acinares por medio de contactos celulares. En comparación a las
células acinares no poseen retículo endoplasmático, ni cuentan con un aparato
de Golgi desarrollado; pero si conservan un núcleo y numerosas mitocondrias.
Estas
células se encargan de la secreción de agua y de iones como el HCO3¯, Na+, K+, Cl-, Mg2+,
Mn2+ y Ca2+ por medio de transportes activos con el
consecuente gasto de energía. Son la principal fuente de agua y HCO3¯, su secreción comprende el 80% o más del volumen total del
jugo pancreático. Siendo su principal función modificar su composición
electrolítica (Gal, López, Martín
& Prieto,
2007: 293).
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